EL ANILLO DEL PODER
Había estado en la familia
a lo largo de cinco generaciones. Era un anillo de platino, pesado, bien
sólido. Lucía a los costados dos baguettes de brillantes y una muy especial
piedra de la luna, que reflejaba una centelleante
estrella en su luz. El anillo tenía el encanto de la sobriedad aunada con el
buen gusto, de una joya exquisitamente valiosa.
Cuando lo heredó, se sintió
tan feliz...! Sabía que ese anillo tenía una cualidad mil veces superior a su
valor material. Era mágico, otorgaba a quien lo poseyera, seguridad,
autovaloración y poder.
Lentamente fue cambiando, de cabizbaja y
sumamente tímida, a poder mirar a los ojos de frente y sostener la mirada. De
ser casi una sombra algo encorvada, a vivir derecha y con fe en el futuro.
Cambió de no poder hablar frente a más de dos personas y ruborizarse toda, a
lograr disertar sobre algunos temas de su conocimiento. Antes casi no sabía que
hacer con su vida, y ahora le ofrecieron tres trabajos dignos, sólo debía
decidir cuál tomar. Nunca había conocido el amor y ahora le llovían candidatos.
El ascenso fue “in
crescendo”, lento y parejo, no se detuvo más.
Transcurrieron varios años.
Una noche soñó que se tragaba el anillo, entonces supo que el Poder estaba en
ella. El anillo, sólo había facilitado tal conocimiento.
Al día siguiente, se lo
regaló a una amiga de la infancia, sabía que le iba a sacar provecho.
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