viernes, 28 de febrero de 2014

"AVENTURAS EN TRANSILVANIA"




La Sra. D, creía en vampiros, oh, sí!, ella creía a rajatabla en vampiros, fantasmas, y en todo aquello que podría considerarse paranormal.

Decidida a comportarse de manera algo más madura y responsable dejando atrás un pasado de locuras varias, se preparó una valijita especial para dedicarse a matar vampiros. Dicha valija la dispuso y acondicionó, de acuerdo a lo que vio en un programa de humor en la TV. Claro que no lo tomó así, sino muy seriamente y viajó a Transilvania dispuesta a terminar de una vez por todas con esos bicharracos que vivían a costa de la sangre inocente, ¡faltaba más!

Atravesó Yugoslavia y al llegar a la Posada: “Transfusiones Quick”, fue derechito a su habitación: 0+ a dejar su equipaje. Allí, sobre la cama con sábanas de raso (o nylon, bah) negras, depositó la valijita especial para revisarla y ver si le faltaba algún elemento. Al abrirla, sonó como un chirrido de esas puertas pesadas, viejas y llenas de humedad de los castillos, pero no hizo caso. Miró para saber si tenía todo lo necesario a saber: Un Crucifijo de plata (indispensable), una estaca de plata bien afilada (más que indispensable), – un martillo (para clavar a fondo la estaca (por supuesto, súper indispensable), – media docena de ristras de ajo (¿y qué les parece? indispensables!!!), – un kilo de sal gruesa (se decía que a la vista de alguno de esos seres abominables, debía tirarse la sal frente al mismo, y éste se entretendría contando grano por grano dando tiempo a preparar todo para poder matarlo a gusto) (ultra indispensable por supuesto!). Por las dudas, también llevaba una vieja pistola con tres balas de plata (decían que otro metal no les hacía nada, salvo cosquillitas).

Una vez revisadas todas las piezas, se sintió inmensamente satisfecha, y poniéndose su camisón largo de franela rosa con ositos estampados, se acostó sin haber reparado que los ojos en el retrato de una dama que decoraba la habitación, la seguían paso a paso...

Mientras la Sra. D dormía como un bebé el sueño de los inocentes, soñando que estaba en un Parque de Diversiones, girando en la Vuelta al Mundo, y saboreando un copo de algodón azucarado con felicidad, fuera, soplaba un viento huracanado arrastrando apenas la pesada niebla que se resistía a abandonar las tumbas del cementerio ubicado frente a la Posada.

Al día siguiente, nuestra buena señora, luego del desayuno típico del hotel, consistente en tres morcillas bajadas con una gran jarra de Sangría (vino tinto, limón y azúcar), se dispuso a caminar por el pueblo y a aniquilar a todo Draculín sospechoso, claro descendiente del otrora famoso Draculón. Digamos la verdad, hasta ahora, la inefable mujer se ha comportado de manera impecable, nada podemos decir, en todo caso merece que le cantemos un himno de alabanzas ante la tarea heroica que se propone hacer, incluso con gran riesgo de su vida. 


Lleva todos los objetos necesarios para el ritual del sacrificio en una mochila, y baja alegremente hacia la calle principal, donde divisa ya algunos negocios y tiendas. Tararea una cancioncilla, levemente entonada por el litro y medio de Sangría que se mandó al buche y está feliz de la vida pese a unos negros nubarrones que ocultan por completo el sol.

En eso, alcanza a ver a un joven extremadamente pálido, con los ojos y dientes como tintos en sangre y unas grietas en la piel, alguien de lo más extraño que pone la piel de gallina y acelera el corazón a toda máquina. De inmediato, como corresponde al deber con el que se comprometió, agarra su mochila para colgarse la media docena de ristras de ajo, dispuesta ya a ultimarlo, cuando ve salir de un local varios muchachos y chicas con las mismas características del sospechoso. Finalmente la Sra. D, se encuentra en medio de más de un centenar de jóvenes intensamente pálidos, cadavéricos, desencajados y ojerosos, con los ojos y dientes sangrantes, un horror! Se pregunta, cómo es eso posible, ¿acaso todo el pueblo es descendiente de Drácula?, pero ¿qué hacer?, no puede ir masacrando a diestra y siniestra, eso desde luego.

Alcanza a sentarse tambaleante frente a una mesa en la vereda de un bar, y al verla, se acerca un mozo de apariencia por completo normal. La mujer lanza un gran suspiro de alivio al verlo y ante las preguntas de ella - en tren de confidencias - el mozo muy entendido en el tema, le explica:

- A finales de la Edad Media, comenta, hubo muchos cruces entre nobles de Europa Oriental - incluso entre parientes cercanos – que originaron varias problemas genéticos, entre ellos una enfermedad que en estos momentos no recuerdo su nombre, pero que hace que se produzca mucha porfirlila, que es una substancia de los glóbulos rojos.

- ¡No me diga! comenta asombrada, nuestra querida señora, la mar de sorprendida.

- Sí, además, muchos de los supuestos vampiros han sido y siguen siendo víctimas de esa enfermedad y las grietas que ve en la piel, si se exponen al sol, sangran, por lo cual siempre suelen salir de noche o en días muy nublados como hoy.

- ¡Con razón! asiente ella, escuchándolo con suma atención.

- Claro, los médicos de la época únicamente podían tratar la enfermedad encerrando a los pacientes durante el día y animándoles a que bebiesen sangre para compensar la que perdían. Los rumores sobre estos bebedores nocturnos de sangre han ayudado seguramente a que se difundieran las historias de vampiros por todo el país.


Ante eso, la pobre le agradece fervorosamente, mientras se agarra la cabeza sin saber qué hacer, jamás hubiese imaginado tales circunstancias, ¿para eso voló atravesando medio Planeta?.

Pide un café, entretanto intenta aclarar sus ideas. Luego de beberlo, toma impulso y se levanta de la silla llena de alegría, ya no es necesario matar a nadie, su tarea ha concluido en realidad. Siente un poquitín de vergüenza por haber juzgado a buenos muchachitos tan enfermos y amorosos seguramente.

Podrá retornar al día siguiente a su casa y vamos, ¡a tejer calceta, qué tanto!

Dentro del bar, entre guiños y sonrisas maliciosas, el mozo es felicitado con grandes muestras de afecto, por varios de los jóvenes extremadamente pálidos y largos colmillos.

Esta noche probarán la sangre fresquita y seguramente bien sabrosona, de la Sra. D! 



¿Alguno de ustedes creyó por ventura, que la intrépida señora D iba a transformarse también en una mujer vampiro? ¡Nada que ver! Se trata de una señora con infinidad de recursos que utiliza en el instante oportuno.

Hubo algo en el tono de voz del mozo que la atendió, que le provocó una sensación extraña.
Se fue del lugar alegre, pero persistía esa sensación
internamente. Hizo la valijita mientras trataba de alejar un presentimiento que no la dejaba de molestar. Ocupada en guardar sus cosas, entre ellas - su camisón largo de franela rosa con ositos estampados - de pronto se le ocurrió que había sido víctima de una confabulación. Y cuando ella sospechaba algo, tenía que hacer caso, ya que cada vez que dejaba de lado su intuición, después lo lamentaba, ¡y cómo!

Entonces, siguiendo la línea de su pensamiento, tenía que darse prisa y desaparecer del lugar lo antes posible. Para eso, pidió por su celular que la esperase un taxi en la esquina de Plasma y Goteo justo a la medianoche.

Alrededor de las veintidos horas, comenzó sus preparativos. Iban a ser simples. Ató las dos sábanas negras de raso tamaño King Size, con el cubrecamas de riguroso y tétrico negro, mas los toallones de baño... ¿adivinaron el color?, por supuesto, afelpados pero bien tenebrosos y muy negros. Como decía, ató todo con el nudo marinero, especial y anticorredizo que le enseñó un marinero buen mozote entre Pisco y Pisco hacía tiempo, en el puerto de Valparaíso. Y sí, la inefable señora tenía esas cosas, ¿qué se puede hacer?

Antes que dieran las doce campanadas, se descolgó ágilmente del quinto piso de la Posada, ante los ojos del retrato de una dama, que al verla se pusieron bizcos.

Dejó todas las prendas ahí mismo, y corrió a través del cementerio para acortar camino.
Ni vamos a mencionar ahora, la de ánimas que revolotearon a su lado entre la niebla queriendo distraerse, y tuvo que dejar para otro momento, por no tener tiempo de contarles todas sus historias.

El caso es que llegó exactamente a medianoche, y subió más rápida que un suspiro al taxi que la estaba esperando.

Mientras éste se dirigía al Aeropuerto, se dedicó a pensar la manera de eliminar para siempre a todos esos seres perversos, incluyendo al mozo cómplice por supuesto.

Si el uranio es un elemento químico metálico, ¿no habría una petit bomba de plata para ellos?

Iba a investigar a su llegada por supuesto, y lo de tejer calceta tendría que esperar, qué tanto!







Uno de cuentos tan celebrados que componen: "Las locas, locas aventuras de la señora D" - Volumen II

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