"Acá estoy"!
"Piso la vereda incendiada por el sol
y canto tu nombre enterrando los tacos
en el asfalto candente, allí,
donde se asan todas las tiras de luz y esplendor.
Las emociones vibran dentro pesadamente,
con sensaciones y deseos que se entrecruzan.
Me paro frente a un espejo
y no veo nada de lo que vive muy dentro.
Me apoyo en un muro de ladrillos encendidos,
llenos de vida,
y encuentro allí, inmersos los sentimientos.
Estoy madura como un fruto en el estío,
jazmines y rosas ruedan entre los pechos,
mezclándose con tu aroma que aletea entre ellos,
allí, cuando golosamente se posó
gustando la miel de mi cuerpo florecido...
Y se ondulan las caderas
chisporroteando entre las sombras de la gente,
relumbrándolas como oro caliente.
Acaricié antes todo tu horizonte sin palabras,
fui tu presente y tu continente;
apresando fuerte, el grito de no verte.
Y resbaló tu esencia
sobre mi surco tibio, inquieto de mariposa,
como una copa rebosante de vino.
Un vino embriagante que nos remontó lejos,
entre Planetas violetas,
donde mordisqueamos de las nubes trozos
con sabor a caramelo frío.
Y sellaste mi piel en la memoria de la carne,
dentro del ritmo febril de tamboriles desnudos,
inmerso en mí desesperadamente,
nos fuimos unidos hacia lo infinito.
Y me refresqué en el arroyo de tu savia
mientras te esparcías como una vela
derretida,
junto a mi sangre.
Tuve tu corazón en mi regazo
con toda la humanidad de regalo
y me alejé con la carne vibrando
para que en la pequeña muerte
de todas las noches
y de algunos días,
me sigas soñando..."
donde se asan todas las tiras de luz y esplendor.
Las emociones vibran dentro pesadamente,
con sensaciones y deseos que se entrecruzan.
Me paro frente a un espejo
y no veo nada de lo que vive muy dentro.
Me apoyo en un muro de ladrillos encendidos,
llenos de vida,
y encuentro allí, inmersos los sentimientos.
Estoy madura como un fruto en el estío,
jazmines y rosas ruedan entre los pechos,
mezclándose con tu aroma que aletea entre ellos,
allí, cuando golosamente se posó
gustando la miel de mi cuerpo florecido...
Y se ondulan las caderas
chisporroteando entre las sombras de la gente,
relumbrándolas como oro caliente.
Acaricié antes todo tu horizonte sin palabras,
fui tu presente y tu continente;
apresando fuerte, el grito de no verte.
Y resbaló tu esencia
sobre mi surco tibio, inquieto de mariposa,
como una copa rebosante de vino.
Un vino embriagante que nos remontó lejos,
entre Planetas violetas,
donde mordisqueamos de las nubes trozos
con sabor a caramelo frío.
Y sellaste mi piel en la memoria de la carne,
dentro del ritmo febril de tamboriles desnudos,
inmerso en mí desesperadamente,
nos fuimos unidos hacia lo infinito.
Y me refresqué en el arroyo de tu savia
mientras te esparcías como una vela
derretida,
junto a mi sangre.
Tuve tu corazón en mi regazo
con toda la humanidad de regalo
y me alejé con la carne vibrando
para que en la pequeña muerte
de todas las noches
y de algunos días,
me sigas soñando..."
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