jueves, 28 de abril de 2016

Mini Cuentos

Había una zona en su dormitorio en la que a veces, sucedían cosas extrañas. Por ejemplo, sacaba algo de un cajón y al ir hacia otro lado ya no lo tenía, se volatilizaba. Buscaba y volvía a buscar sin éxito alguno. Era similar al Triángulo de las Bermudas. Se puede decir que no pasaba a diario, pero sí de manera recurrente y alarmante, ya que incluso cosas de valor sea monetario o documental, legal y demás, también se evaporaban. No sabía qué pensar. Vivía sola en la casa, por lo tanto esa pieza le pertenecía solamente a ella. Últimamente ocurría con mayor frecuencia que antes. Se preparó para salir, acarició su collar de perlas que le gustaba tanto y se dirigió a la salida del dormitorio. Nunca llegó.


Las zapatillas rosas de media punta se encontraban colocadas una al lado de la otra, bien derechas. Ella las miró como todos los días y una lágrima besó su mejilla, como todos los días. Más tarde, las ruedas de su silla se alejaron muy despacio. 


La niña viste harapos, su estómago sufre y se encoge de hambre, y en sus ojos de noche infinita, tiembla una lágrima conteniendo sólo una pregunta - ¿Porqué?... –


Mamita – exclamó el pequeño mientras subían por primera vez a un ascensor ultra moderno y veloz:
- ¿Con esto podemos llegar al cielo?, ¿ y estará Dios en su casa? -